Esas noches y madrugadas infelices, donde se cumplen todos los clichés de los borrachos respecto a las más abyectas debilidades de la carne.
Todo lo que se extraña es el sexo, bueno o malo, la entrega y la carne. La miserable sensación de tener a alguien dominado. De ser extrañado. Es un poco vergonzoso, pero en fin.
Si digo que la canción no esan mía como de algún amigo, sería real pero ciertamente estas cosas nos han pasado a todos y nos pueden seguir pasando.
La hija del fletero, que no dejaba de dar el cuerpo si se lo pedías muy bien. Linda, infinita.
Ya se fué.
La hija del fletero, linda infinita
Volvió a madrid, donde parece que es feliz
Ese día me mando al descenso
Recuerdo como su mirada me volteó
Pero dos que se quieres, se dicen cualquier cosa
Ay ! si pudieras recordar sin rencor.
En mi buzón hay un par de cartas suyas
Fueron juntandose y no tengo el valor...
Todavía su amor me descargas
(nunca tuvo higo seco junto a mi)
Pero a los ciegos no les gustan los sordos
Y un corazón no se endurece por que sí
No calentás la misma cama por dos noches
Me reclamaba y no la quise oír
Hice de todo por impresionarla
Y dejé huérfano todo su penar
No me gustó como nos despedimos
Daban sus labios rocío y no bebí
Sopa de almejas es todo lo que como
(siempre fui menos que mi reputación)
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