Uno siente penas ajenas también, demasiadas malas noticias im-propias hasta que lleguen las propias. Como en todo equilibrio.
Pero existe un alma y seguro este tema suena distinto por lo que uno es. Por lo que uno quiere ser. Por lo que uno llega a alcanzar.
Y hasta dan ganas de lagrimear.
Por las noches, cara sucia de angelito con bluyín,
vende rosas por las mesas del boliche de Bachín.
Si la luna brilla sobre la parrilla,
come luna y pan de hollín.
Cada día en su tristeza que no quiere amanecer,
lo madruga un seis de enero con la estrella del revés,
y tres reyes gatos roban sus zapatos,
uno izquierdo y el otro ¡también!
Chiquilín, dame un ramo de voz,
así salgo a vender mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas que duelan
a cuenta del hambre que no te entendí,
Chiquilín.
Cuando el sol pone a los pibes delantales de aprender,
él aprende cuánto cero le quedaba por saber.
Y a su madre mira, yira que te yira, pero no la quiere ver.
Cada aurora, en la basura, con un pan y un tallarín,
se fabrica un barrilete para irse ¡y sigue aquí!
Es un hombre extraño, niño de mil años,
que por dentro le enreda el piolín.
Chiquilín, dame un ramo de voz,
así salgo a vender mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas que duelan
a cuenta del hambre que no te entendí,
Chiquilín.
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