Confieso haber bebido mucho este año, con las mejores excusas posibles, con las mejores sonrisas. En las más variadas situaciones.
No tomé gran variedad de alcoholes, solo unos cuantos repetitivos modelos, de las razas más baratas y accesibles.
Tomé para olvidar, para recordar, para seducir, para reir, para pensar, para apender, para escuchar, para llorar, para tontear, para experimentar. Me faltó tomar para saborear.
Razones pueden haber muchas, pero hoy no hablo de eso, solo de las debilidades de la carne, de las confesiones de invierno. De los planes para el año nuevo. Por eso empezaré bien sobrio y bien cansado.
Y no quiero sentirme de lo peor.
Oye cantinero,
sírveme otra copa por favor
quiero estar borracho
yo quiero sentirme de lo peor,
quiero tomar mucho,
quiero tomar mucho para olvidar.
No importa el dinero
aquí traigo para pagar.
Oye, cantinero
dame lo que quiero tomar
ya tengo derecho,
ya soy mayor de edad.
Oye cantinero,
no te hagas del rogar
yo sé lo que quiero
y me quiero emborrachar
pues la mujer que quiero
con otro se fue a acostar.
Óigame señor,
yo a usted nada le puedo servir
este manicomio no tiene servicio de bar
y no soy cantinero,
soy el loquero de este hospital.